En estos tres años reitero lo crucial de no darte por vencido por una mujer de esta estatura. Alguien que anhele cosas eternas, que abrace a su Dios de rodillas y tenga siempre nuevas metas. Alguien que no espere a tener alguien a su lado para vivir completa, sino quien camine contenta viviendo con intención su presente cualquiera este sea.
Esta noche acabó de terminar de cambiar y dormir a mi hijito de 4 semanas, es increíble ver esos ojitos durante el día que me llaman a comprender que hace poco su mundo era perfecto en el vientre de mamá. Cada llanto, cada pañal sucio e incomodidad viene de una personita que se esta ajustando a un cambio de ambiente. Así lo platicamos mi esposa y yo, nos reímos de su carita que casi pudiera con sus expresiones hablar y decir “esto no me gusta” o “qué estas haciendo conmigo” mientras lo cambiamos.
Estos meses no hemos estado en nuestro hogar, sino que mis suegros nos han hospedado en EEUU desde que regresamos de Taiwan para apoyar a mi esposa y a mi en esta experiencia nueva de recibir a un bebé en nuestra familia. Ellos han sido más que amables y estamos en deuda. Sin embargo, extrañamos estar en nuestro nido solos como familia, esa casa que hasta ahora ha sido donde Dios nos ha llamado a estar. Lo platiqué con Cristina antes de casarnos, mi deseo de ir y servir donde haya necesidad. Viajar a otros lugares con propósito, no para tener más estampas en el pasaporte, ni porque no hay nada más que hacer, sino porque fue la última comisión de Jesús “Id y haced discípulos a todas las naciones”. Claro, se comienza primero en el lugar donde estas, y por lo tanto apenas salimos de México a otros lugares.
Me encanta observar la entrega y amor que esta mujer que Dios me dio como compañera pone en nuestra familia. El nivel de calidad de vida que proyecta no solo con sus palabras sino en sus acciones diarias. Su deseo de tener una familia sana, emocional, espiritual, fisicamente; la manera que se cuidó durante su embarazo y su incansable labor de amamantar a este pequeñito a la hora que se necesite. Su esmero en el parto. No tengo más que palabras de admiración para esta preciosa mujer a la que llamo mi esposa.
Hoy, 6 de Octubre cumplimos tres años de casados. Ha sido fascinante este viaje juntos. Valoro cada segundo que espere por ella. Me sorprendo cuando solteros hablan de la mujer con la que compartirán el resto de su vida como si fuera escoger zapatos, basándose en su comodidad y apariencia. Olvidando que en la vida enfrentaras incomodidades, retos y pruebas, y que necesitas una pareja con las cualidades necesarias para saber sobrellevarlas y a su lado vencerlas. Alguien con más sustancia que platicas pasajeras y sin relevancia.
Lo compartía hace años con una ex-alumna de tercero de secundaría, que me preguntaba –¿por qué ella?. Le dije que aparte que me fascinaba su sonrisa, sabia que jamás llegaría a estar cómodo como persona con ella a mi lado, por sus ambiciones como mujer, por los estándares de vida que la vi tener como soltera.
La he visto responder a las adversidades con amor, a los tiempos de vacas flacas con gozo, a la violencia de gente malintencionada con paz, al proceso lento de ciertos procesos con paciencia, a la violencia de personas distraídas de su propósito con benignidad y bondad, a la incertidumbre de algunos días con fe, a los ataques de quienes en poder han llegado a lastimar con mansedumbre, a los chismes y rumores con templanza, con el fruto de alguien que camina creyéndole a Dios.
Hoy antes de dormir la senté en mi regazo y le agradecí por estos tres años, por creer lo que Dios ha puesto en mi corazón y decir “¡vamos!”. La besé y le dije mirándola a sus ojos cuanto valoraba su esfuerzo diario. La invite a más aventuras de fe, yendo a donde quien nos unió llegue a enviarnos.
A mi preciosa esposa Cristina, ¡Feliz Aniversario!
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