Podrías intentar dibujar nuevas líneas sobre estas hojas arrugadas, mojadas con tus lagrimas y listas para ser desechadas, pero fue tu vida, fueron tus años, tus ilusiones, las noches que soñaste compartir con aquella persona que hoy dice adiós, alejándose emocionalmente poco a poco.
Es como si arrancarán alguna extremidad de tu cuerpo violentamente y los algodones no pudieran contener los borbotones de sangre. Ni palabras, ni canciones o poesías suaves podrán calmar el llanto de tu alma, aunque amigos se acerquen, el consuelo es inútil.
Escucharás “No llores”
Más no hagas caso “llora”
Duélete.
Duélete como un corazón que sabe amar y siente. Como un acorde melancólico y largo. Sintiendo que el querer duele. Que el entregarse lastima, pero las heridas dejarán exquisitas cicatrices describiendo el potencial de tu corazón. Por eso, llora, duélete, gime y escudriña las palabras dichas, recógelas para nuevos significados y respira. Respira profundamente, es mejor llorar unas semanas que toda la vida.
Haz una pausa entonces, y enjuaga tu rostro…
Exfolia las lagrimas de tu piel…
[clickToTweet tweet=”Levántate otra vez, para amar con nuevos brios, con un nuevo lienzo, coloreando tu alma de nuevo.” quote=”Y levántate otra vez, para amar con nuevos brios, con un nuevo lienzo, coloreando una vez más tu alma en nuevo intento.” theme=”style3″]
Porque tu pasado no determina tu futuro, sino tu manera de recobrar fuerzas y darle gracias a Dios por la vida, por las bellas notas que aún se pueden escribir con más intensidad y gloria, como la mano callosa de un cantor experimentado en su guitarra donde la música hace temblar el corazón deliciosamente. Porque los años le enseñaron a con la guitarra hablar, y a ti al llorar, dolerte, enjuagarte y volverte a levantar, susurrarle a tu corazón que aunque calloso al amar, esta listo para todavía su mejor melodía tocar.
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