Cuando las cosas se ponen difíciles tú no te alejas, peleas. Para esto fuimos creados hombres, para no darnos por vencidos, para entender realmente cuál era el corazón del asunto y seguir abriendo camino.
Ella, en sus emociones, no buscará razones, la lógica o tus motivaciones, buscará tu fidelidad, tu abrazo incondicional. Sea que todo vaya bien, o cuando ella misma no te lo pueda siquiera explicar.
Las cosas no siempre estarán a tu favor, a veces estarán completamente en contra. No habrá sonrisas, besos, tampoco conversaciones tontas, sino gestos molestos, malas caras y conversaciones rotas. De cierta manera ella se pregunta en su corazón… ¿aún así me amarás, aunque sea impredecible, emocionalmente variante y algunas veces no quiera abrazos, sino sólo tu presencia y nada más?
Por eso es tan importante conocerla bien antes de despertar su amor, antes de acercarte y mirarla a los ojos cautivando su corazón. Es imperativo que primero la veas de lejos, contemplando su carácter, olvidando su belleza. Viendo quién es ella, y si Dios te llamo a ser quien este siempre junto a esa doncella.
Pues una vez allí, no debes dar vuelta atrás. Ella necesitará tu fortaleza, tu iniciativa, para derrumbar castillos, dragones, emprender la huida a un mejor lugar. Esto no es acerca de su respuesta, no te equivoques más. Es acerca de tu llamado para estar con ella, y allí jamás dejarla de conquistar.
Guardar su corazón en su quebrantamiento emocional y sus desvelos. Enfrentar sus peleas, hablarle verdad en sus miedos. Porque para esto nos ha creado Dios hombres. Para ser lideres y no zombies. Para no buscar entenderla, sino solamente amarla. Pues te aseguro, que después de esa batalla, tendrás a tu lado a la más ferviente de todas las amadas.
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