Cuando me oculte entre rocas por miedo, allí en mis cuevas,
Que sea tu brisa que me antoje a conocerte y salir fuera
En los momentos en que el árbol que me da sombra se seca,
Dónde mi fe se hunde así como mi coherencia,
Déjame tomar tu mano y caminar descalzo,
Consiente de tu cuidado, sintiendo en mis pies tus delicados pastos.
Allí en la sombra del valle de muerte,
Donde la conversación diaria es el caos y la mala suerte,
Enséñame a cerrar mis ojos y solamente a ti verte
Confiar en que mis días son contados por ti y no por el peligro aparente.
Que mi voluntad ame tus negativas,
Y así conocer de mañana tus afirmaciones, mejores que la vida misma.
Comprender en el silencio lo que me dices entre líneas,
Y seguirte siempre por donde caminas,
Atesorar los momentos difíciles cuando al creer en mi con una sonrisa me miras,
Me vuelves a ver y vuelves a susurrar a mi oído que no tema… que sólo te siga.
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