Ella que al crecer observaba que su belleza tenía poder y realeza. Y que mientras más el mundo se apercibía de ella, se confirmaba en su corazón que podría lograr lo que en su suspiro anhelaba sincera.
Ella eres tú y eres la misma.
Aún cuando vistas distinto y ahora seas tú quien comparta el maquillaje y crema con mamá. Cada espejo sigue confirmando que eres más que el simple reflejo que puedes en este notar. Y ninguna herida, ninguna palabra, tiene el poder para revocar, lo que del cielo se escribió en tu corazón provocando esas lagrimas que de vez en cuando vuelven a brotar.
Eres más que sólo bella. Eres más que lo que vistes y peinas. Tu corazón frecuentemente se inquieta, porque fuiste diseñada para una historia más real, más hermosa, más plena. Y hasta que escuches en el silencio una vez más tu voz de niña pequeña, con sueños y grandes ideas, entenderás porque es difícil encajar en un mundo que en verdad aún no se entera. Que eres más que un rostro hermoso usando vestido y medias. Así que no te olvides de lo que suspiraste alguna vez de pequeña. Recuerda y date cuenta, que para tu historia quizás fue necesario el sendero ya caminado, para que en tu despertar seas lo que siempre has soñado.
Eres ella, la misma, aquella niña risueña.
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