Con el nudo en la garganta la vi entrar hacía el altar donde yo la esperaba. Un sueño hecho realidad. De alguna manera sentí pasar tan rápidos esos últimos meses previos a este gran día. Llegamos a ver cosas impresionantes durante el proceso de boda, pero esto, esto era la culminación de un gran anhelo. Verla de blanco, caminando hermosa con su papá en esa iglesia, fue mágico.
Si me lo hubieran contado no lo hubiera creído, pues justo un año atrás la despedía para jamás volverá a ver. Se iba no sólo de la ciudad, se iría del país. Lo difícil era pensar que no había futuro para nosotros. Su papá nos había pedido esperar y los siguientes planes para ella no incluían México. Por lo tanto, aquella noche nos despedimos. Esa amistad de años que llegó a transformarse en un amor muy profundo parecía no tener un buen final. Ella se iba.
Me dispuse a morir en un último intento y ya que ella había partido, me cite con su papá, quien junto con su esposa preparaban ese mes sus maletas para también mudarse a Chicago. Deje todo en la mesa. Le dije que estaba seguro que no había mujer en el mundo para mi sino su hija. Que deseaba honrar su autoridad y por eso deseaba su permiso, su bendición, que por eso estaba allí. Su rostro cambio y me pidió esperar hasta hablar una vez más con ella. Fueron días de mucha ansiedad. Pero dos semanas después todo resplandeció para mi. Tuvimos la bendición de sus papás para hacer preparativos y casarnos. No podía creerlo. Estaba sucediendo.
Gran parte de nuestra amistad y proceso previo para casarnos estuvimos lejos. Aquí no sólo teníamos de frente situaciones imposibles, sino que también estábamos en diferentes países, lo que quizás podría haber complicado muchas cosas, mas no fue así, ella era para mi, nadie más, no había espacio para mis excusas.
Uno de mis mejores amigos y de mis acompañantes en la boda me lo comentó muy acertadamente: ´Veo como Dios rompe todos los paradigmas en cuanto a relaciones; muchos buscarían estar cerca para conocerse mejor, pero una vez mas Dios aleja a aquellos para quienes tiene un mayor plan. Para allí, lejos uno del otro, Él pueda trabajar en sus corazones, entonces los vuelve a unir cuando están listos el uno para el otro.’
Hoy visitamos ese restaurante donde hace un año la despedía, vi su mano y esos anillos que puse en su dedo comprometiéndome a seguir luchando por ella aquel día. Esto no es Disney, esto no es fantasía, es la realidad. Aquí se lucha por lo que amas. Aquí alejas todas esas excusas, críticas y dificultades, encomiendas a Dios tu deseo, confías en Él y vas con todo lo que tienes por ella.
El amor es una decisión, no una pasarela con calificaciones para todo aquel que puede darte lo que buscas. El amor es probado no en cuántas cualidades ella o él posee, sino en cuánto estas dispuesto a morir por otra persona.
El dragón previo para rescatar a esa princesa es la distancia, es la adversidad, la critica, las excusas, la duda. Esto no se trata de lo que sientes, sino de lo que sabes es verdad. Es esa convicción que te hace creer que ella fue diseñada por Dios para ti, aún con todo en tu contra. Es esa fe que te hace ver lo que no es como si fuese, para abrir tus ojos, verla frente a ti y besarla ante un mundo que lo vio imposible.
Escribo esto para mi amada y todos aquellos que luchan con ellos mismos, con un mundo que los rodea, en búsqueda de su amada.
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