No busques una posición, espera los frutos de una vida disciplinada. –Bill Gothard
Es hasta chistoso ver a este joven cada domingo parado en la parte trasera de la iglesia en el tiempo del sermón, pues el auditorio cuenta con un sin fin de lugares y hay un equipo de seguridad que se encarga de brindarle asiento a cualquier persona que asiste. Pero no, él no se ha querido sentar durante los pasados …meses. No me tomen a mal, no es una crítica para aquellas personas que por alguna circunstancia no pueden permanecer sentados por mucho tiempo, tampoco deseo provocar un debate acerca de su intención, que quizás no sea con malos motivos. Pero al ver cuanta gente le ha pedido amablemente tome lugar y no ha hecho caso pienso en la palabra Obstinación.
No importa cuanto talento y elocuencia alguien pueda demostrar, lo que lleva a una persona a una posición de verdadera influencia es su carácter. Esa conducta humilde lista para escuchar a otros, esa flexibilidad para aprender a ser un siervo antes de estar por encima de los demás. Esa espíritu de discípulo que escucha de cerca, esa mansedumbre que deja a otros guiarlo.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. –Jesús
Puedo observar hoy en día tantos llaneros solitarios, todos con una buena causa, con una elocuencia admirable lista para persuadir a cualquier individuo. Quienes aunque tienen una gran llamado, sus frutos son diluidos en la falta de humildad para ser dirigidos por alguien de mayor experiencia.
Han sido aquellos con mayor necesidad, quienes frecuentemente pertenecerán a su grupo. Es doloroso, al pasar el tiempo, ver a muchos de estos mismo anclados a ningún lugar, deambulando sin mucha convicción, con ideas cruzadas acerca de cómo debería de ser una vida de fe, fluctuando en tantos lugares y opiniones.
Las palabras dichas por aquellos que jamás aprendieron a servir bajo la tutela y formación de alguien son las más peligrosas, te dejan en el limbo, entre tu deseo de encontrar congruencia y el gravitar sin ningún lugar donde aterrizar.
Promocionarán su causa, sus ideas, escribirán libros al respecto que le digan a todos quienes son ellos y por qué se les debe escuchar. Es en esa búsqueda donde lo más terrible sucede, esa situación donde nadie antecede, ese peregrino que jamás se dispuso a ser guiado por un maestro, y ese servidor que no trabaja sino para su propia agenda. Es donde los seguidores llegarán a ser solamente escalones para alcanzar lo que se busca, más allá de discípulos listos para vivir por una causa noble, basada en el compromiso y entrega a los demás.
Es evidente el llamado de cada uno de ellos, su profesión y talento, pero su miopía espiritual, o la obstinación en el peor de los casos, resolverá en el momento la necesidad de quien escucha, pero jamás formará a un hombre o una mujer con principios inquebrantables, ideas firmes que dan un fruto notable que alumbra.
La fe de un obstinado a hacer su propia voluntad a pesar del resto ha causado tantas divisiones, tantas almas deambulantes, sentimientos encontrados e ilusiones amorosas falsas. La idea de Dios desde el principio se llamo familia, espiritual o física, es ese lugar donde convergen las necesidades de muchos y tienen espacio para ser escuchadas y suplidas. Fue en el libro de los Hechos en la Escritura cuando un mundo expectante quedo perplejo por el impacto de creyentes unidos, donde todos caminaban en una misma voluntad, en un mismo amor. Donde se animaban unos a otros en tiempos de persecución, de prueba, de hambre. Donde el mundo conoció de Dios por el amor de uno por el otro.
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