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“CÓMO PODRÍA ENFRENTAR A DIOS AL FINAL DE MI VIDA Y DECIR “NOS RESCATASTE, NOS UNISTE, NOS FORMASTE, Y LO QUE HICIMOS CON ESTE MATRIMONIO FUE SOLAMENTE BUSCAR VIVIR CÓMODAMENTE.”

A menudo veo la sonrisa de amigos al platicarnos su historia de amor y como Dios los unió. Esas conversaciones se llenan de sorpresa y brillo.

Ella lo observa platicar acerca de cómo fue que la conoció. Ella incluye algunos detalles de los retos que enfrentaron como pareja en el proceso. Él regresa a la conversación terminando con la manera que le propuso matrimonio y terminaron juntos. Los ojos de ella brillan mientras habla de su boda y de los detalles que hicieron de esta mágica.

Y al ir recordando nuestro compromiso de amor por medio de nuestras conversaciones y el camino que hemos recorrido para seguir aquí juntos, algo vuelve a encenderse muy dentro.

Aún así, no podemos olvidar que estamos en guerra. Un enemigo observa la imagen de Jesús en nosotros y lo que representamos al caminar juntos en esta fe.

Al crear una familia estamos creando una amenaza, con hijos que aprenderán a confiar y caminar con Dios, siendo saetas en nuestras manos que apuntaran al corazón de los enemigos del Rey.

Y es entonces que enfrentamos una serie de obstáculos, dificultades y tentaciones tratando de hacernos titubear y distraernos del propósito original que nos unió. Ser luz, sal. Para mostrar en la oscuridad más densa esta esperanza, para preservar aquello por lo que vale la pena vivir, morir.

Historias increíbles de vidas transformadas en su compromiso con Dios y de uno con el otro no solo dicen “quiero envejecer a tu lado” sino que dicen, quiero caminar junto a ti diciéndole al mundo que hay un Dios lleno de amor llamándolos a casa.

Es al reconocer que no somos una pareja más, sino que hemos sido llamados para representar esta esperanza viva ante una sociedad desahuciada que podemos entender y sentir la oposición.

Nuestro amor y compromiso con nuestro cónyuge le muestra a un mundo de amor condicional y que no desea compromisos el valor de la fidelidad.

Podemos creer que con nuestro testimonio hacemos suficiente, y a la vez perder historias increíbles de propósito.

Sí tan solo decidimos avanzar activa e intencionalmente en aquello que Dios planeo-al-ponernos-juntos participaremos en lo que Dios esta ya haciendo.

Y es que Dios no desperdicia grandes historias de amor para esconderlas en casa, como tampoco pones una luz bajo un cajón, sino en un lugar alto para que alumbre a todos a su alrededor.

About Author

Autor del libro y host del Podcast “Más que Saliva". Por 15 años Gerardo ha dedicado su vida a introducir adolescentes a Jesús y ayudarlos a crecer en su fe en México, Rumania, Taiwán y ahora en Puerto Rico sirviendo con la organización global 'Young Life'. Gerardo esta casado con Cristina, y tienen tres hijos, Sawyer, Madison y Elliot de 9 meses. Mexicano de nacimiento, misionero de corazón, siempre buscando lugares de buenos tacos!

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