La distancia no es para el temeroso, sino para el valiente. Es para aquellos que están dispuestos a pasar tiempo a solas a cambio de minutos de gran valor con aquel a quien aman. Es para aquellos que no saben dejar ir lo que es de ellos aún las fronteras, los días y la dificultad.
La distancia es parte clave de una relación sólida. Una relación que estando alejados físicamente se adueña de conversaciones relevantes a través de preguntas y respuestas. Es el entrenamiento que el corazón necesita para aprender a no sólo amar en sentimiento, sino en carácter, con coraje, amar ese contenido del alma que no es pasajero.
Al estar apartados se escudriña las intenciones reales, se prueba el origen del ‘te quiero’, la base del ‘te amo’. Se puede escuchar lo que realmente se ha soñado.
Pues al estar cerca se olvida por la ansiedad de la presencia del ser querido, pensar en los años en el futuro, en conversar acerca de los anhelos que se suspiraban al estar solo muy a menudo. La cercanía ciega, las constantes caricias abaratan el compromiso, detenerse en tantos besos sin ver al horizonte juntos resulta injusto.
Por eso toma coraje, oh corazón, pues la lejanía es la que hace fuerte la unión de dos. Es la que aumenta el anhelo, la que enseña a conocer los miedos, los deseos, los sueños, lo que habita en el ser amado e intensifica el verdadero te quiero.
Es solo un poco de tiempo, voltearas atrás y agradecerás a Dios, porque frecuentemente El moldea las piezas aparte para al unirlas embonen y sean uno en vez de dos.
La ausencia disminuye amores pequeños e incrementa a los más grandes, de la misma manera como el viento apaga una vela y el viento aumenta el fuego de la fogata.
Francois de la Rouchefoucauld
1 Comment
Ana Arias
October 8, 2014 at 3:48 PMWooow Geraaa, me encanto este Post!! Gracias por escribir tan hermosas palabras.. un abrazo amigooo!! 🙂