VOLVÍ A ENCONTRAR ESE CONCEPTO QUE UNA VEZ ME ENFRENTÓ CONMIGO MISMO Y MI MANERA DE EVADIR LAS COSAS. Steven Pressfield le llama “resistencia”. Aquello que usamos para alejarnos de lo que debemos estar haciendo por miedo, inseguridad, duda, perfeccionismo, pereza y un sin mil de cosas más.
La resistencia no tiene que vestirse de alcoholismo o de uso de drogas o inmoralidad, puedes encontrarlo en lo diario y monótono. Puede que lo encuentres en aquella carrera o “profesión” que usas para evadir ese talento que te haría sacrificar tanto, sudar tanto, dolerte tanto, y a la vez te regresaría la vida misma.
John Eldredge lo dice así en su libro dedicado a rescatar el corazón masculino, pero esto aplica a todos nosotros:
“Las adiciones de una hombre son el resultado de rechazar su fortaleza.”
No somos fácilmente distraídos, sino seducidos a olvidar quienes somos y para que fuimos hechos. Es más fácil llevar a cabo tareas superficiales que ejercitar con sudor y lagrimas aquello que nuestro corazón no olvida llevamos dentro. Escribir, componer, emprender, enseñar a otros… o atrévete a nombrarlo tú ahora que lees estos párrafos. Llevamos con nosotros ese llamado y hasta no escalar esa montaña, nunca estaremos satisfechos.
Para mí, siendo honesto es esta. El sentarme y escribir. Las voces que nublan mi pensamiento me alertan constantemente de un sin fin de tareas no tan urgentes y yo decido olvidar esto que amo.
Siendo honesto, honesta. ¿De qué escapas tú?
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