Tú no eres lo suficientemente bueno. Nunca tendrás la figura adecuada. No eres tan fuerte. Tan gracioso. No tienes oportunidad de lograr algo significativo. Nadie se dará cuenta de tu talento. No tienes lo que se necesita.
Estas mentiras y muchas otras más cruzaron por mi cabeza en mi adolescencia. Era uno de los más altos en mi escuela y era difícil encontrar pantalones tan largos para el uniforme. Usaba muchísimo gel para el cabello y ocultaba mis inseguridades siendo el payaso de la clase. Esto empeoró más cuando comencé a jugar baloncesto y siendo tan alto no podía alcanzar el aro ni hacer muchas de las cosas que se esperaban de chicos de mi altura.
Pensé que todo mejoraría cuando llegué a la Universidad que tanto anhelaba, una escuela dedicada a talento como el mio, cruzar por esos pasillos, era sentir orgullo viendo los mejores trabajos de diseño desplegados en los vitrales. Estaba seguro que mis obras estarían ahí. Pero no fue así. Estas mentiras que había aceptado me hacían sentir inadecuado en cualquiera de los círculos en los que me rodeaba. Sea en el deporte, con amigos, en la iglesia y algunas relaciones. Estas mentiras me siguieron a mi matrimonio, a mi vida como padre, a mis amistades y aún tratan de interrumpirme mientras escribo estas líneas.
¿Qué tan fuerte se escuchan estas mentiras en los oídos y corazón de nuestros adolescentes quienes viven mucho más expuestos que cualquier otra generación en la historia a la opinion pública? En un estudio reciente entre más de 7,200 adolescentes de ocho países, la organización Young Life encontró que más de un cuarto por ciento de estos jóvenes no se sienten seguros de si mismos, ni de su valor como personas. Encontraron también que “sus amigos cercanos y familiares son su fuente primaria a donde ellos recurren por ayuda” en cada uno de los países donde chicos fueron entrevistados esa respuesta fue consistente.
¿Qué significa esto para quienes nos importa esta generación joven? Significa que contamos con una oportunidad increíble para ayudarlos a deshacerse de toda mentira de insuficiencia que estos chicos están constantemente escuchando y conectarlos con la verdad de Dios. Significa que podemos ganarnos esa confianza para ser a quienes ellos acudan y poder recordarles su valor intrínseco como seres humanos creados con un propósito por un Dios que los ama intensamente.
Así que, ¿por dónde comenzamos primero?
CREA ESPACIOS SEGUROS
Los adolescentes necesitan saber que serán aceptados y amados por quienes ellos son, no solo por sus logros o buena conducta. Cuando tú expresas un interés genuino por ellos, eso les ayuda a comprender que su valor es intrínseco y no extrínseco basado en sus éxitos o fracasos.
También creas un espacio seguro para ellos cuando motivas una comunicación honesta y transparente en donde cada uno se sientan con la confianza de compartir y expresar sus sentimientos sin temor a ser juzgados o a tener repercusiones. Al escucharlos activamente y con empatía validamos sus experiencias y emociones. Es ahí que al mostrarnos consistentes en estas áreas creamos para ellos un sentido de estabilidad. Cuando adultos demuestran ser confiables y estar presentes en su vida, los adolescentes se sienten más seguros y se desarrolla en ellos un sentimiento de confianza y amistad.
ALIENTA SU EXPRESION PROPIA
Los chicos necesitan poder expresar sus personalidades únicas. Cuando ellos se sienten seguros de compartir sabiendo que no serán juzgados se fortalece su auto estima significativamente. Por eso, ¡apoyemos sus intereses genuinamente! Aliéntalos a seguir desarrollando aquello que les apasiona, sea algún deporte, arte, música, emprendimiento o cocina. Apoyando sus pasatiempos e intereses les demuestra que valoramos su individualidad y talento único.
Otra manera de motivarlos a ser ellos mismos es pidiéndoles su opinión en alguna decisión que se tomará. Esto les ayuda inmensamente a sentirse considerados y respetados. Les enseña que su voz es importante y los valoramos.
Por último, celebra aquello que los hace diferentes al resto, su trasfondo, cultura y su perspectiva única. Enseñándole a las nuevas generaciones apreciar la diversidad no solamente les ayuda a construir su auto aceptación sino que cultiva una empatía y respeto por otros a la vez.
MODELA UNA AUTO CRITICA POSITIVA
La manera como hablamos de nosotros mismos tiene un profundo impacto en nuestra auto estima. Regresando de nuestro primer año misionero en Taiwán mi esposa y yo nos sentamos a platicar con un par de amigos que son consejeros matrimoniales. Aunque no estábamos en una cita de terapia, sino solo de amistad, ellos con mucho tacto detuvieron nuestra conversación en ciertos momentos para ayudarnos a observar lo que estábamos diciendo de nosotros mismos. Mentiras que estaban anidadas en nuestra conversación, auto criticándonos negativamente sin darnos cuenta.
Hay tantas voces hoy en día en las vidas de los adolescentes gracias a la tecnología, pero al modelar una auto crítica positiva y auto compasión podemos enseñarle a la siguiente generación a remplazar las mentiras que hemos adoptado por aquello que Dios dice de nosotros.
Esto también es cierto en la manera en que hablamos de otros y sus dificultades en la vida. Cuando se nos escucha hablar con gratitud y esperanza, es mucho más probable que ellos hagan lo mismo al enfrentar momentos difíciles. No hay nada más precioso que ver un adulto que se ha ganado la confianza de un chico ayudándolo a reemplazar pensamientos y crítica negativa por lo que Dios dice de ellos en su Palabra.
ENFOCATE EN SU CRECIMIENTO
Mucho de lo que hacemos hoy en día esta orientado a resultados y productividad. ¿Qué lograste? ¿cuánto lograste? ¿fuiste mejor que los demás? Es por eso que cuando nos enfocamos en el valor de su esfuerzo y su crecimiento ayudamos a los jóvenes a entender que su valor no esta ligado a sus logros.
Así que, elogia sus esfuerzos, no solo los resultados. Estarás ayudándolos grandemente a apreciar el proceso de aprender y crecer y no sentir que siempre deben tener éxito. Aún al dar retroalimentación podemos usar esa oportunidad para afirmar sus intentos y nuestro aprecio por su esfuerzo.
Una de las mejores maneras para ofrecer nuestra retroalimentación es comenzar con afirmación, seguido de un consejo en cómo podrán hacerlo mejor y por último, una pieza más de aliento. Este tipo de mentalidad orientada a su crecimiento anima a desarrollar un valor por el aprendizaje y le asegura a los chicos que en ti cuentan un lugar seguro a pesar de sus triunfos o fracasos.
DEMUESTRA RESILIENCIA
Los chicos necesitan adultos que sean ejemplo en la manera que responden a los retos de la vida. Modelos a seguir que no se quiebren cuando las cosas se ponen difíciles, sino que sean quienes busquen soluciones y al mismo tiempo se mantengan en calma. Adultos anclados a la esperanza que todo obra para bien a quienes amamos a Dios. Quienes pueden hacer un alto en el caos de la vida para entregar todo en manos de aquel que los llamo.
Es ahí, cuando somos transparentes con los chicos, en qué nosotros también enfrentamos desafíos, que ayudamos a reducir el estigma y temor asociados con el fracaso. Al mostrarnos vulnerables, quizás ellos, abrirán su corazón para también mostrarse vulnerables con los retos que ellos enfrentan.
INSPIRA BALANCE
Y claro, el éxito académico es importante, pero no a expensas del auto estima y el bienestar de un chico. Los adolescentes necesitan adultos que los ayuden a ponerse metas con expectativas reales las cuales les ayuden a evitar sentirse inadecuados y estresados.
Teodoro Roosevelt pronunció un discurso en Paris el 23 de April de 1910 a una multitud de más de 25,000 personas, éste ha sido usado públicamente por grandes personalidades. Le han llamado “El hombre en la arena”. Una de mis frases favoritas. En ésta él dice:
“No es el crítico quien cuenta; ni el hombre que señala cómo el hombre fuerte tropieza, o dónde el hacedor de hechos podría haberlo hecho mejor. El crédito pertenece al hombre que realmente está en la arena, cuyo rostro está manchado por el polvo, el sudor y la sangre; que se esfuerza valientemente; que se equivoca, que falla una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error ni deficiencia; pero que realmente se esfuerza por hacer las obras; que conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; que se entrega en una causa digna; que, en el mejor de los casos, al final conoce el triunfo del gran logro, y que, en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa mientras se atreve en grande, de modo que su lugar nunca estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.”
Si hubiera encontrado esta frase de más chico quizás hubiera podido reconocer que lo que importa es dar lo mejor de mi con lo que tengo, y eso es suficiente. Lo mejor de mi es eso, suficiente. Lo mejor de ti es eso, suficiente. Y nuestra disposición a crecer y aprender y no darnos por vencidos por las dificultades es suficiente. Los adolescentes necesitan ser afirmados por estas verdades. Que el creador del Universo los ama intensamente y que ellos son más que suficientes. ¿Quién les dirá, si no nosotros?
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