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Los miedos que nos mantienen allí

Comimos recientemente con una pareja de amigos quienes son consejeros familiares y que darían una conferencia en un evento al que asistimos. Mientras platicábamos y nos poníamos al corriente salió un tema que había estado preocupando a mi esposa y al ella ir describiéndolo en la mesa nuestra amiga la paro en seco y le dijo “detente allí mismo, esa es una mentira que has aceptado, te das cuenta, la manera como estas procesando lo que pudiera pasar es a través de temores”.

Ellos tienen un seminario llamado Whatever it takes! (¡A como de lugar!) acerca de honestidad total en tu vida y en tu relación con Dios, esa honestidad que te permite identificar ideas tóxicas que has estado aceptando y que van trastornando tus relaciones.

Cuando ella le explicó a mi esposa que la forma en que estaba resumiendo la situación era a través de temores y no de algo real me impactó. Nunca había tomado esa perspectiva, de identificar mentiras y temores que se cuelan en mi mente y en mis conversaciones, estas que me limitan constantemente a lograr más.

Mencionó lo último pues cada vez me voy dando cuenta de las ideas que mi generación va aceptando, muchas de las cuales nuestros padres o abuelos también aceptaron como ciertas, tabúes o temores que se fueron pasando de boca en boca y han sido tan dañinos. El clásico “No… yo tengo un amigo que hizo lo mismo y le fue muy mal”, “La amiga de mi tía tercera dice que conoció a una persona que se murió de eso”, “Mi abuelita dice que tomes agua y te pongas de cabeza y se te quita”, “¿Parto natural? ¡Ay no, que miedo! Dicen que un niño no tuvo suficiente oxigeno y salió con problemas en la cabeza”, etc, etc, etc.

¿Por qué somos tan susceptibles ser engañados? Nos quedamos sin viajar, conocer nueva gente, intentar otras alternativas y más por miedo. Nuestros niños son educados con temores “Duérmete porque sino viene el señor del costal”, “Pórtate bien porque sino el policía te lleva”, “No señales al arcoíris porque te sale un grano”, etc. No importa el nivel social, cultural o espiritual de las personas en nuestro país, todas van cargando mentiras que vienen de temores profundos. Personas que llevan su botecito de chochos que no curan nada, pero sienten que les calman la presión. Gente que gasta muchísimo dinero en terapias que no necesitan, líderes religiosos que ganan tanto manipulando a su gente a través de temores y tantos casos similares.

Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros. —Hermann Hesse

El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el Señor estará seguro. —Proverbios 29:25

He estado más consiente de mis conversaciones ahora, de la manera en que proceso mis pensamientos, observando cuantas cosas que creo provienen realmente de temores. Momentos en calma que cambian drásticamente a minutos de tensión y estrés por recordar una mentira, un temor que se anidó algún tiempo atrás y que sigue allí. Ahora lo converso con mi esposa y ella me recuerda que es simplemente eso, un temor y al orar con ella y entregarlo en manos de Dios es que en verdad desaparece, se cambia en paz y confianza.

¿Cuántas mentiras circulan en tu mente y conversaciones? Ideas tan lógicas y razonables, que son solo temores disfrazados. ¿Qué cosas has aceptado como ciertas que te siguen deteniendo? Detente en este momento y examina, quizás el obstáculo más grande esta allí mismo en esas mentiras anidadas en tus conversaciones.

Pero si le entregas tu corazón y hacia él extiendes las manos, si te apartas del pecado que has cometido y en tu morada no das cabida al mal, entonces podrás llevar la frente en alto y mantenerte firme y libre de temor. Ciertamente olvidarás tus pesares, o los recordarás como el agua que pasó. Tu vida será más radiante que el sol de mediodía, Vivirás tranquilo, porque hay esperanza; estarás protegido y dormirás confiado. Descansarás sin temer a nadie, y muchos querrán ganarse tu favor. —Conversación de Zofar a Job (Job 11:13-19 NVI)

About Author

Autor del libro y host del Podcast “Más que Saliva". Por 15 años Gerardo ha dedicado su vida a introducir adolescentes a Jesús y ayudarlos a crecer en su fe en México, Rumania, Taiwán y ahora en Puerto Rico sirviendo con la organización global 'Young Life'. Gerardo esta casado con Cristina, y tienen tres hijos, Sawyer, Madison y Elliot de 9 meses. Mexicano de nacimiento, misionero de corazón, siempre buscando lugares de buenos tacos!

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